debrayARTE

un pedazo de lo que me gusta,
otro no menos grande de lo que no
una pizca de amor
sabor
y otro mucho de mi



-vale la pena recibir palabras si llegan del corazón-

martes, 27 de julio de 2010

Dios y...yo


Al final, hace trece meses no creía saber lo que me significaba el ente "Dios". Solía asistir a la iglesia, solía comulgar, rezar Credos, Padres Nuestros, Rosarios, etece etece, blablabla.
No sabía lo que hacía, tenía la fé desconcertada como un perro perdido.

Al final, han pasado trece meses desde que sin saber lo que me significaba el ente "Dios", yo le pedí ayuda. ¡Qué ironía, farsa, actuación, aquella mía en la que sin saber que hacer recurrí ante aquel magnánimo señor! Desolada, entre un muro y sin salida, recurrí a la creencia que en otros días calmaba mis temores, apagaba mis terrores.

Hoy, recordando el momento en que el veintiochodejulio me encontré con el peor momento de mi vida, no bastan las gracias para satisfacer a el poder que me ayudó en aquellos días. ¿Cómo agradecerle que haya cuidado a mi más grande tesoro en la vida?

El hombre ha tergiversado las religiones, ha hecho de ellas una peste que consume al hombre a una inquietud y confusión mortalmente increíble. Ideologías falsas que se crean en las mentes humanas y penetran hasta lo más hondo de cada mente.
Hoy yo no tengo muy en claro cual es mi presente en relación con el tema aquí mencionado. Sólo dedico este texto al Dios en el que yo creo, siendo no católico, ni cristiano, ni apostólico.

Sólo aquél que levantó mis ánimos cuando más lo necesité, cuando el ocupante de mis pensamientos infinitos más lo requirió, cuando sólo importaba la fé en que una luz reluciera, la esperanza de que al final encontraría(n) la salida a la tormenta.

Creo en un Dios, que nos hace fuertes y presentes. Creo en aquel Dios que nos motiva a ser mejores cada día, a no quedarnos en el fango, en las pestes diarias del ser humano.
Creo en un hombre, que profetizó para el cuidado de los necesitados, para cultivar el amor a los que realmente son nuestros hermanos. Creo y no creía creer, pero si hoy sólo escribo esto es por el profundo agradecimiento, la eterna admiración a su auxilio. Hoy como en las filosofías orientales, doyyluegorecibo, para encontrarme con mi destino, ayudarme a mi, a los otros y a los míos.

Y que así sea por los siglos de los siglos, amén.

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